16 noviembre 2015

5. Breves Crónicas de Fusang


Ni he sido el primero en implorar la venida de las musas, ni seré el último en claudicar ante el tortuoso peso de la literatura. No hay nada indigno en todo ello. ¿Imaginaríais un mundo repleto de escritores en el que abundaran los Borges, los Saramago, los Cortázar y, en cambio, nosotros -pobres mortales- fuéramos una minoría?
¿Qué Vargas Llosa nos llevara en su taxi a casa? ¿Qué Gioconda Belli fuera la cajera del Mercadona? ¿Qué Rosa Montero una testiga de Jehová que tocara a nuestra puerta con Espido Freire como pareja evangélica? ¿Qué clase de mundo sería éste?

Asumiendo mis limitaciones..., no. Dejando a un lado mi incapacidad como escritor..., va a ser que no. No, no, tampoco... ¡Echándole mucha cara he decidido dar el salto! ¡Sí! Se ajusta mucho mejor a la realidad, la verdad sea dicha. ¡He acabado Crónicas de Fusang! En realidad, serían las Breves Crónicas de Fusang. Ahora queda mostrar el relato y esperar que guste. Sin mediación posible: ¡gusta o no gusta! Dejaré pronto un adelanto y, en breve, el resto.

Quizás he sido poco juicioso atendiendo al envite de esa vocecita interior que decía a que no tienes... (lo que hay que tener) y he entrado al trapo, así, ala, como quien no sabe qué va a hacer mañana. Pero, tampoco ha sido una decisión tan disparatada y, me costó lo mío decidirme. A lo hecho, pecho, que decían en casa.

Y, como no son estos tiempos que corren, mucho de esperar recompensa a cambio de tu tiempo, menos aún si ha sido empleado en las manías propias del que os habla, me parece ya mucho estar robándoos el vuestro, pareciéndome casi como si os tirara una puñalada.


Igual alguien muestra interés por lo que  pueda contarle. Pero si ni siquiera fuera éste el caso, ¿qué más podría importarme a mí? Igual he pretendido contar un secreto que corría mejor suerte permaneciendo oculto. Así que ¿de qué vale preocuparse si no sabemos qué va a pasar mañana? Lo dejaré en el blog y el que lo quiera ver, ¡ea! ¡que lo vea! No perderá quien lo lea -¡no llega a treinta páginas!- más que un suspiro en hacerlo. ¡Y no me echéis la bronca! que yo escribo al dictado.

Aunque hoy en día no puede uno fiarse de nadie. ¿Sería una estrella fugaz lo que he visto esta noche incendiando el firmamento o seremos aplastados por la basura cósmica? A lo peor hemos sido otra vez los hombres comportándonos como si no lo fuéramos y no es que empiece una guerra nueva en alguna parte del mundo sino que no la hemos acabado todavía.








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